A 37 años del accidente en los Andes
El 12 de octubre de 1972 el avión Fairchild Fokker F27 perteneciente a la Fuerza Aérea Uruguaya partió del Aeropuerto Internacional de Carrasco transportando al equipo de rugby del club Old Christians (Viejos Cristianos) de Montevideo, que se dirigía a jugar un partido contra el Old Boys de Santiago de Chile. Se desarrollaba en ese momento un frente de inestabilidad en todo el sector cordillerano central.
El Fairchild Hiller 227 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes.
El mal tiempo les obligó a detenerse en el aeropuerto El Plumerillo, en la ciudad de Mendoza, Argentina, donde pasaron la noche. Al día siguiente, el frente persistía, pero debido a la premura del viaje y hechas las consultas pertinentes, se esperó sólo hasta la tarde, cuando amainaron levemente las condiciones de tormenta.
El vuelo continuó por la tarde del 13 de octubre con destino a Santiago de Chile. La ruta a seguir era vía Paso del Planchón entre las ciudades de Malargüe, Argentina y Curicó, Chile.
Debido a un fatal error del navegante, teniente Ramón Saúl Mártinez, el piloto notificó a los controladores aéreos de Santiago de Chile que se encontraba sobre el Paso del Planchón en Curicó, cuando en realidad se encontraban más al norte, en las cercanías del cerro El Sosneado y del volcán Tinguiririca en la provincia de San Fernando, Chile. Este error de más de 100 km dificultó posteriormente las tareas de rescate.
Al comando del avión estaba el coronel Julio César Ferradas y su copiloto, el teniente coronel Dante Lagurara, al mando de los controles del avión. Además, completando la tripulación, iban el navegante, teniente Ramón Saúl Martínez, el sobrecargo Ovidio Ramirez y el mecánico llamado Carlos Roque.
Este tipo de avión tiene la particularidad de volar con la cola más baja que la nariz, como el vuelo de un ganso. Su techo máximo es de 6.800 m y su velocidad de 437 km/h.
Al momento de iniciarse el accidente, el Fairchild iba a unos 6.000 m de altitud por lo que no sobrevolaba los Andes, sino que los atravesaba por una ruta de alturas intermedias en un corredor aéreo.
El avión comenzó el descenso por instrumentos entre la niebla de una tormenta en desarrollo. Mientras todavía se encontraba sobre las montañas, el piloto creyó, debido a un nuevo error de navegación, que habían ya traspasado el cordón montañoso, siendo que apenas habían traspuesto las primeras corridas de altas cumbres; viró entonces hacia el norte.
El aparato descendió varios cientos de metros de golpe al atravesar sendas bolsas de aire. Ante esta situación, no faltó quien hiciera chistes sobre el incidente, o quien alzara los brazos y vitoreara como en una montaña rusa, o se aventara un balón de rugby. La serie de descensos bruscos hicieron que el avión perdiera más altitud en medio de una nube (perdió casi 1.500 m).
Poco después, muchos de los pasajeros cayeron en la cuenta de que el ala del avión estaba muy cerca de la montaña. Dudaron si aquello era normal. Unos momentos después, los pasajeros se miraban unos a otros con terror, otros rezaban, al ver que estaban a unas decenas de metros de las laderas de un encajonado, esperando el inevitable choque del avión.
El Fairchild descendió aún más y se metió en un largo cajón de elevados riscos en medio de una nube neblinosa. Repentinamente, la niebla se abrió, al tiempo de que los pilotos vieron cómo su avión estaba en rumbo frontal de colisión, con la parte final del cajón cerrada por un alto farellón, el Cerro Seler. La alarma de colisión dentro de la cabina se activó, lo que alarmó a pasajeros y tripulación.
La aeronave se enfrentó a un alto farellón que el comandante Lagurara a duras penas y mediante un extraordinario esfuerzo físico pudo salvar por un par de metros; pero golpeó la cola en la orilla del farellón en un pico sin nombre (posteriormente denominado Cerro Seler, por Fernando Parrado), situado entre el cerro El Sosneado y el volcán Tinguiririca, cerca de la frontera entre Argentina y Chile, pero del lado Argentino.
El aparato golpeó una segunda vez un risco del pico a 4.200 msnm, perdiendo el ala derecha, que fue lanzada hacia atrás con tal fuerza que cortó la cola del aparato a la altura de la ventanilla Nº 8 de 10 por el lado de babor y Nº 7 por el lado de estribor. Al desprenderse su cola con el estabilizador vertical, dejó abierto tras sí el interior en la parte posterior del fuselaje. De este desprendimiento, salieron al menos dos filas de asientos y al impactar contra la montaña, murieron instantáneamente cinco personas, incluido el sobrecargo, que iban todavía atadas a sus asientos de la cola.
Al golpear el avión por tercera vez en un segundo pico, perdió el ala izquierda, quedando en vuelo únicamente su fuselaje, a manera de proyectil. Éste, aún con velocidad, golpeó tangencialmente el terreno nevado y resbaló por una amplia ladera nevada y empinada de más de 4 km de largo hasta detenerse en un banco de nieve. Dos pasajeros más, atados aún a sus asientos, salieron despedidos por el boquete de atrás.
El golpe de la nariz del avión contra el banco de nieve resultó fatal para los tripulantes de cabina. La fuerza del golpe hizo que el tren de aterrizaje delantero, todavía en su pozo, comprimiera fuertemente la cabina del avión hacia atrás, atrapando a sus ocupantes contra el panel de instrumentos.
Los pasajeros que quedaron dentro del fuselaje fueron comprimidos en sus asientos hacia la parte frontal de éste, que se elevó hasta casi tocar el techo. Muchos pasajeros sufrieron traumatismo encefalo-craneano (TEC), lo que provocó su muerte, mientras que otros quedaron atrapados en sus asientos sin posibilidad de zafarse. Para el resto, el golpe fue amortiguado. Increíblemente, algunos pasajeros resultaron ilesos o con tan sólo heridas leves. Hubo otros pasajeros con heridas internas graves que fallecieron en horas posteriores. De inmediato, Marcelo Pérez, el capitán del equipo de rugby, organizó a los ilesos para ayudar a liberar a los que seguían atrapados y a los heridos, despejando el fuselaje para prepararse para la noche. El piloto Julio Ferradas murió víctima de un TEC y el copiloto Dante Lagurara murió al amanecer del día siguiente.
Existe una extraña coincidencia entre la latitud del accidente de los Andes, (la ubicación de los restos del avión 34º45'48" S) y la de la Sierra de las Animas en Uruguay. La Sierra de las Animas (34º45'48" S 55°19'0.52" O) , otrora mirador uruguayo, fue punto oficial mas elevado de aquel país cuando transcurría el año 1972, pero varios años después fue destronado por apenas 13 metros por el actual Cerro Catedral, ubicado más al norte, en la sierras de Carapé. La Sierra de las Animas (1368 km hacia el este) se constituyó varios millones de años atrás como la única de origen volcánico en territorio uruguayo, justo cuando la Cordillera de los Andes comienza a elevarse entre Argentina y Chile hasta la altura de 6500 metros.
Película Viven
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